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viernes, 9 de marzo de 2012

El accidente del Apollo 1


La tripulación del Apollo 1

La “carrera espacial” estaba en su apogeo. Espoleada por la promesa del presidente Kennedy de llegar a la Luna antes del fin de la década, la NASA trabajaba contrarreloj para tener todo listo. Tras meses de pruebas en tierra, con exhaustivos ensayos, se montó el cohete Saturn en la plataforma de lanzamiento 34 y se acopló el módulo de mando y servicio (MMS, donde viajan los astronautas) en su parte superior. El lanzamiento estaba previsto para el 21 de febrero de 1967, debiendo realizarse un ensayo general el día 27 de enero. Esta prueba se denominó “Apollo 204”, y consistía en probar el funcionamiento del MMS sin conexión con el exterior, con todos los sistemas alimentados por la propia nave, simulando así las condiciones de un viaje real.

La tripulación, con sus trajes de vuelo completos, entró en la cápsula a las 13:00 horas, y a continuación se produjeron una serie de exasperantes retrasos debido, sobre todo, a los fallos en las comunicaciones (el comandante llegó a gritarle al jefe de controladores “¡¿si no puedo hablar contigo a 500 metros, cómo diablos crees que hablaré desde la Luna?!”). Con interrupciones, se llegó hasta la cuenta atrás, que fue de nuevo interrumpida a las 18:30, a 10 minutos del lanzamiento simulado.

Estado de la cabina tras el desastre
 A las 18:31 se oyó un grito probablemente emitido por Roger Chaffee: “¡hay fuego en la cabina!”… los monitores de televisión de la nave mostraron a Ed White tratando inútilmente de abrir el complejo sistema de apertura de la cabina (durante los entrenamientos, nadie había logrado abrirla en menos de tres minutos). El personal de tierra trataba desesperadamente de abrir la escotilla por fuera, pero fue imposible, puesto que la cápsula se rompió y el fuego salió al exterior, abrasando la plataforma de acceso. Cuando finalmente se logró acceder al interior de la nave los tres astronautas, Virgil “Gus” Grissom, Edward White y Roger Chaffee habían muerto.
Tras este accidente se procedió a una investigación a fondo de lo ocurrido, evidenciándose un cúmulo de errores desastrosos en el diseño del MMS. La cápsula era llenada de oxígeno puro antes del despegue, y para peor, estaba llena de elementos inflamables: la funda plástica de los cables (recordemos que hay kilómetros de cables en una cabina), los paneles, el Velcro de las paredes para sujetar objetos en ingravidez… era como un gigantesco horno listo para encenderse. Y desgraciadamente, una chispa producida por un cable bajo el asiento de Gus Grissom desató el infierno.

Placa conmemorativa en la plataforma
Los vuelos fueron cancelados y se procedió a una reestructuración integral del MMS, incluyendo cambios en la composición de la atmósfera, mejoras en el aislamiento del cableado y reemplazo de la escotilla por un nuevo diseño que podía abrirse en segundos. Pero la carrera en pos de la Luna no se detuvo. Unas semanas antes, Gus Grissom lo había pedido, y así fue:

Si morimos, no guarden luto. Estamos embarcados en una empresa peligrosa y aceptamos los riesgos. El programa espacial tiene demasiado valor para el país como para detenerlo en exceso si alguna vez ocurriera un desastre

Y con ese espíritu en mente, prosiguió el camino hacia la conquista de la Luna. 


Crédito de las fotografías: NASA
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